¿Qué va a ser de los televidentes sin las 4 horas de discusión constante?


Salvar a SálvameLa Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia ha vuelto a darle un varapalo a Sálvame y a Mediaset. Y eso que este año ya llevan unos cuantos: 20.400€ en julio por excederse en la máxima publicidad por hora, 111.000€ en septiembre por meter rodillos de publicidad en programas y 150.000€ por emitir el programa de Ana Rosa en horario de protección reforzada. Con estos antecedentes, la nueva resolución de la CNMC no se puede considerar más que un regalo de navidad anticipado.

Sin embargo, esta última resolución  no impone una multa sino que hace algo peor: carga tintas contra el programa mismo a causa de sus contenidos. No quiere esto decir que entre la CNMC a valorar si el programa es bueno o malo, si lo hacen bien o lo hacen mal o si los colaboradores se comportan o se dejan de comportar. La CNMC, simplemente y en resumen, le tira de las orejas a Mediaset por no cumplir las normas que las mismas cadenas se han impuesto.

Lógicamente, el asunto tiene más miga y es más jugoso de lo que así dicho parece. Allá por 2004 el Gobierno firmó con las principales cadenas un Acuerdo de fomento de la autorregulación sobre contenidos e infancia. Es decir, que en 2004 el Gobierno le permitió a los más importantes del mercado que determinasen las normas por las que iban a regirse (autorregulación) en relación con el contenido de los programas y la protección de la infancia.

La idea de la autorregulación, en teoría, no es mala, pues, permite que “los que saben” de algo concreto determinen la forma en que eso que saben se puede hacer mejor y se establezcan unos mínimos comunes reales. El problema, como siempre, surge cuando la teoría se lleva a la práctica. El planteamiento original de establecer los criterios para la determinación de las categorías de visionado (los famosos: para todos los públicos, para mayores de 7, de 13 y de 18 que ha venido sustituyendo a los  tres rombos) entra en conflicto con el interés de las cadenas cuando un programa que reporta muchos beneficios no se ajusta a esos criterios. Es en este punto donde se dirime la cuestión: o se protege a los menores o se gana más pasta. Y la decisión es muy clara.

En ese punto de inflexión es donde se encuentra Sálvame. ¿Cómo cumplir con los criterios, que nos hemos dado, sin perder dinero en el intento? La decisión de Mediaset no se ha hecho esperar. En uno de estos requiebros que recuerdan a los buenos viejos tiempos de las Mamachicho , Mediaset ha contorneado el Sálvame dándole un nuevo formato: Sálvame Naranja y Sálvame Limón. Estas agrias frutas seguramente pretenden endulzar la relación que mantienen con la CNMC, aunque la decisión de deshacer el nudo gordiano al estilo de Alejandro Magno puede que no dé tanto fruto como esperan. En aplicación de la resolución de la CNMC, se ha decidido que los contenidos más discutidos se limiten al nuevo Sálvame Naranja de 16 a 17 horas, mientras que de 17 a 20 horas cumplirán con las restricciones.

Ahora bien, ¿tendrá tanto éxito un Sálvame desnatado de 3 horas de duración? ¿Qué va a ser de los televidentes sin las 4 horas de discusión constante? Y lo más interesante, ¿no nos dará una taquicardia con tanta vitamina C concentrada?

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